jueves, 13 de marzo de 2008

Mechoneo 2008

Amarrados y a pata pelada.

Con la ropa tijereteada.

Con mechones de pelo cortados y con la cabeza embetunada con cola fría y llena de plumas pegadas.

Con pasta de ají, mostaza, vinagre, cera y otros condimentos varios por donde cayera.

Apiñados al medio de la cancha, recibiendo los huevos y otros proyectiles que desde la terraza les lanzaban compañeros de cursos superiores, a modo de bienvenida.

Supongo que podría haber sido peor, porque a los mechoneadores que pudimos les retuvimos los implementos que portaban (muchas de estas tijeras y demases se encuentran todavía a la espera de que sus dueños se presenten a reclamarlos). Indignado de que se le pusieran obstáculos para llevar a cabo su tarea, uno de los agresores expresó a voz en cuello que si ahora no iban a dejar mechonear en la Escuela, entonces "mejor se iba a una universidad privada"...

El espectáculo penoso que se podía ver en la Escuela el lunes al mediodía contrastaba con la bienvenida alegre y motivante que habían tenido los mismos mechones la semana anterior, tanto en las jornadas de Inducción de la Escuela, como en los días "premechones" organizados por el Centro de Estudiantes de Plan Común. Ahí también habíamos visto a muchos alumnos de cursos superiores, actuando como "monitores", que habían incluso sacrificado parte de sus vacaciones para preparar esa bienvenida. Costaba creer que fuera en la misma Escuela que un día se recibía a los nuevos alumnos con desafíos ingenieriles, competencias deportivas, discurso del decano y cóctel, y en la que luego de pasado el fin de semana se les maltrataba y humillaba.

Para quienes se han acostumbrado a ver escenas como éstas (y otras mucho peores, si uno va al "Barrio Universitario"), cuesta creer que no siempre ha sido así. Cuando yo entré a la Escuela, lo peor que a uno le podía pasar era que de sorpresa le tomaran una prueba "insacable", que lo hiciera dudar de tener dedos para el piano, mientras los bromistas se reían a nuestra costa. La verdad es que no sé en qué momento la costumbre de que los alumnos antiguos maltrataran y humillaran físicamente a los de primer año -antigua tradición en escuelas militares- fue adoptada con entusiasmo por los jóvenes chilenos y pasó a ser parte inevitable del comienzo del año académico.

El Reglamento de Conducta describe "incitar o cometer actos de violencia o intimidación en contra de miembros de la comunidad universitaria o contra personas ajenas a ella, desde o dentro de recintos universitarios y cualquier otra conducta violenta que produzca alteración de la normal convivencia universitaria" como una falta "especialmente grave", y si alumno se pusiera a agredir de esta manera a sus compañeros en cualquier otro día del año, sin duda las sanciones serían durísimas. Pero cuando es mechoneo, pareciera que todo está permitido. Falta una política clara, ojalá a nivel de toda la Universidad, que enfatice que este tipo específico de prácticas están prohibidas, y comprometa a toda la comunidad universitaria en trabajar para terminar con ellas.

En Estados Unidos, un fenómeno similar, el hazing, característico de ceremonias de iniciación en "fraternities", grupos deportivos, escuelas militares, etc. está prohibido y ha sido tipificado como delito en muchos estados. Hay organizaciones tales como stophazing.org que buscan terminar con esta práctica. En Chile, la Fundación Paz Mundial ha iniciado una campaña "No al mechoneo" o "Por un mechoneo positivo" (ver uno de sus posters al final), pero su impacto hasta ahora parece ser muy limitado.

Todos los años, después del mechoneo, me consuelo con la esperanza de que quizás esta generación, va a ser la que va a tener la valentía de dejar de seguir a la masa, pasando a la historia como la primera que decidió no perpetuar esta costumbre insana, y eligió no hacer pasar a sus compañeros del año que viene por las torturas que este año sufrieron ellos. Ojalá.